12022019...
Compartiendo una existencia, de sueños e ideales que se pierden en la rutina del día; me pregunto por las flores y sus aromas, por los amores y las conquistas. Una tarde se pierde el sol, y la luna ilumina mi razón, llevo tiempo tratando de saber, de saberse y evitar el saberme, además de poder tener calma de existencia cerca a las mallas que cubren las fronteras. Una vez creí en creer y me dejé llevar sin saber pensar, fue como un delirio, la vida siendo ausencia de verdad, un delito sin ser pecado, un acto de esos llamados impuros ante la castidad ajena de los dioses. Un crear que termino en frustración, en miedo y perdición; la noche y su oscuridad como abrigo viejo y roído de la esperanza que duerme sus sueños sin dormir por miedo a las mil pesadillas que persiguen los suspiros, acompañados de interminable tos y flema. Un día la vida es plena pero sin esencia, de pronto arremete el eclipse de los anhelos y se degrada, descompone, y desgarra la sensación del tacto ya machacado, marchitado y manchado y curtido de tanta miseria y muerte en sus ojos y sus brazos. Deprime y constriñe la cruz, la carne se pudre, del espíritu que negamos ser, ya nada es; y aferrados a la materia creemos inmortalidad de la mediocridad, seres sin flujo de vida, sin sangre de líricas que llevan a otras vidas. Ya perdido en el caño putrefacto, de mil olores todos de terrores, sombras y fantasmas, compañías no pedidas, pero, eso sí, algo consoladoras. Mi silencio, y mi llanto, los amigos de la verdad, que se pierde entre más me acerco a ella. Un delirio como fuerza para estar. Un suspiro que se pierde en la inmensidad del universo. Una canción sin cantar y sin componer, sin melodía y sin mediodía, me propongo oculto entre letras y lenguajes que se desdicen a sí mismos, que me desmienten a la vez. Un abismo de infernal caída, una efímera libertad en la caída, que en instantes alternos y disyuntivos parecen más asenso que deceso...
quinCHE...
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