Cuál la dirección del crecer de una flor, cuál la inteligencia de la misma para crecer, un baile cósmico entre la música del universo que se multiplica a cada segundo. Un instinto tan grande y tan fuerte que se despliega por las galaxias buscando los límites inexistentes del espacio; se despliega la explosión de las estrellas en la mano del humano, se crea y se destruye siempre desde lo mismo. Una araña en su tejer cuestiona las miles constelaciones, un vuelo del ave nocturna sobre el sombrero alado y desteñido del espanta pájaros que es ya amigo de la naturaleza. Se bebe el vino y se va en el delirio de la vida real además de su ausencia de verdad. Una verdad que se esconde entre las falacias de la lengua manchada de la plebe que se detiene a ver el espectáculo sin saberse parte del mismo. Un arrollo no puede ir hacia arriba, una piedra lanzada sí puede volver, leer para no saber es la misión, cree en no poder la relación de certeza frente a un mandato sin firmeza, sí que elude la miseria, el hambre y el sí mismo. Cuál la dirección del crecer de una flor, si la opinión domina la duda y ésta se oculta entre las máscaras del conocer sin un ser cognoscible, casi como una ley matemática sin ser descubierta. Arrancar las hojas de la historia dolorosa, o reafirmar las alegrías ajenas a la vez que propias en tanto que casi a la vez hurtadas. Un laberinto sin aromas emanados de un caño putrefacto y los sabores perdidos entre el afán de la cena ya sin ambiciones ni destrezas claras y justas.Seremos la amplitud del universo en los nuevos versos del silencio de un sepulcro azul que no permite salida. Seremos solo lo haber sido, el grato pasado de un tiempo olvidado, alienado y aliviado. Una flor que se mira en su pétalo se ve a sí reflejada en el universo solo al pestañear.
quinCHE
No hay comentarios:
Publicar un comentario