miércoles, 2 de agosto de 2023

02082023-10:22

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 y en la mañana mira el cielo, con sus ojos enmarcados por la misera, siente hambre, no solo en su cuerpo sino en su alma aún más. Aprieta su pecho por el frío que penetra hasta su corazón débil y solitario. Mira el suelo, sus pies descubiertos, algo sucios y sí muy lastimados, heridos por el árido piso y el implacable cemento. Sus manos curtidas y cortadas amasan sus rebeldes y enredados cabellos, turbios, casi sin vida. Algunas lágrimas brotan y recorren el gastado rostro, mientras clama misericordia al infinito del universo, sin un claro lenguaje, pocas palabras, muchos sentimientos, sobretodo grises, casi negros; solo por su mente pasan mil angustias vividas y otras miles por vivir, lava su cara con un charco de agua no tan clara, algo bebe sin querer, pues su vida se ha tornado en un completo, rotundo y fuerte grito de NO-querer-ya; una Nada absoluta a pesar de sí mismo. Mientras baja el agua mezclada con lágrimas por su mejilla, trata de recordar una vida que le parece ajena, una infancia en la que el amor existía en las manos del mundo; pero, sismos y destrozos, otros contextos, guerras y muertes, ausencia de valores humanos. Resultado, la calle del mismo y único mundo, pero ahora como si no fuera parte de él, ora mundo ora como sí mismo... 

Quinche

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